Margen
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Julius Dobos acaba de sorprendernos a todos con Mountain Flying, un disco conceptual donde el compositor húngaro se posiciona en un cruce de caminos al que acuden sonidos de la clásica contemporánea, el rock, la electrónica y la étnica.
Con un concepto muy similar al de nuestro compatriota Antonio
Hernández, Dobos alterna sin rubor infinidad de estilos siempre con la mirada puesta en un formato orquestal y sinfónico adaptado a los modelos de la composición incidental cinematográfica.
Los resultados son apabullantes.
Margen: Nos interesaría conocer algún detalle sobre tu aprendizaje musical.
Julius Dobos: Comencé a estudiar piano a los 5 años y desde los 7 ya empecé a tener ideas musicales propias, cosas como por qué seguir las líneas estándar del barroco o la clásica, o por qué guiarse por las mismas líneas armónicas y estructurales. No me apetecía tocar lo que ya habían compuesto otros, quería componer y arreglar mis propias piezas. Después de 12 años con clases de piano en la Escuela de Música de Budapest, me fui a Alemania para estudiar composición fílmica.
M: Háblanos de Connecting Images y tu relation con Nokia Ltd. y sobre la banda sonora que creaste para Europe Express.
J.D.: Connecting Images fue una muy buena oportunidad porque me permitió trabajar en un estudio de primera clase con artistas como Márta Sebestyén. Sin embargo el trabajo era muy duro porque tenía que escribir melodías para diferentes teléfonos móviles que a mí me parecían iguales... Me decían: “¿Puedes componer piezas que reflejen las diferencias entre los diferentes modelos de teléfonos?”. Imagínatelo, yo que no había usado un móvil en mi vida..., pero me atreví: "Tranquilos, puedo hacerlo”, les dije. Grabé el CD, que se convirtió en un gran éxito. Se tiraron 60.000 copias.
Europe Express fue mi primera aventura cinematográfica, una película de acción donde los productores querían una banda sonora al estilo Hollywood. Compuse una demo de 3 minutos, se la presenté e inmediatamente me encargaron el proyecto. Tuve que escribir 72 minutos de música en dos semanas y media. Cuando la estrenaron en el Festival de Cine de Hungría tuvo un gran éxito.
M: No hay duda de la afinidad de tu música con el formato cinematográfico. Tus partituras se muestran como una figura cúbica cuyos vértices serían la clásica contemporánea de Orff o Akira Ifukube, en el aspecto orquestal y coral que incluso extrapolaríamos a compositores especilizados en bandas sonoras como Jerry Goldsmith o John Barry, el rock sinfónico (Mike Oldfield), la música electrónica de Vangelis y la étnica. ¿Crees que este esquema definiría tu estilo?
J.D.: Sí, estás absolutamente en lo cierto. Yo la definiría como una música romántica del siglo XX con características de música para películas y mucha influencia de la electrónica y la étnica, coros y efectos sonoros.
M: ¿Y cómo consigues que tal variedad musical e instrumental suena homogénea?
J.D.: En Mountain Flying cada tema tiene su propia historia, cierto, inspirada por fotos e historias personales, algunas ficticias y otras reales. Es como una banda sonora donde los personajes, las localizaciones y el drama me permiten seguir una línea conceptual entrecruzando las diferentes historias.
M: ¿Cuál es el concepto que te ha guiado en Mountain Flying? Diría que transmite un sincero espíritu de libertad.
J.D.: He intentado reflejar lo que la gente puede sentir en una montaña, cómo de diferente ves nuestro mundo cuando no estás en la oficina o en el centro de tu ciudad y lo bien que te sientes cuando caminas por una colina. Esta música es lo mismo: una energía elemental que intenta alejar al oyente de la música que oye en la radio y la TV, con la ayuda de una orquesta sinfónica y coros.
M: En este disco la melodía manda. Todo es muy pulcro y parece perfectamente planificado con cambios estructurales muy sutiles.
J.D.: Sé a lo que te refieres. En mi opinión, el aspecto melódico y textural es el más importante. Con ellas puedes crear atmósferas, y eso es lo que me interesa. En Mountain Flying, la mayoría de los temas no tienen una motivación rítmica, aunque en un determinado momento un arrebato rítmico puede ayudar a alcanzar un climax deseado, lo que yo llamo “Energía Musical”.
M: ¿Qué es lo primero que trabajas al sentarte a componer?
J.D.: La melodía. Se me ocurre en el coche, en la calle o en las montañas :-) Donde sea. Cuando compongo bandas sonoras, la imagen es la que te guía. Pero siempre intento crear estructuras inusuales como te decía antes, por ejemplo: introducción - tema principal - variación - otra variación - tema B - introducción de nuevo - 3 x tema principal - final. Hago un montón de arreglos y orquestaciones que ayuden a la melodía a “explosionar”.
M: ¿Y no corres el riesgo de sobrecargar la música?
J.D.: El riesgo siempre está ahí. De eso se trata, de asumir riesgos y de resolverlos. Podría estar trabajando un tema meses y desde diferentes perspectivas y esto lo único que me permite es tener claro cuál elegir. A veces me fastidia dejar la tercera o cuarta versión, pero no hay razón (y cuando compones para una película tampoco tiempo) para representar un tema desde cuatro diferentes visiones.
M: ¿Te notas arropado por la actual escena musical? ¿Cres que hay compositores con tus mismas expectativas?
J.D.: Me temo que el número de músicos de calidad y especialmente de compositores está decreciendo. Ya sé que suena a tópico, pero creo que mucha culpa la tiene la tecnología. Con los ordenadores todos parecen poder hacer música y nos metemos en una dinámica en que la verdadera perjudicada es la propia música. Y lo peor es que la gente parece aceptar un cada vez más limitado abanico de estilos. Se está minimizando todo. Y eso es debido a que todos estamos demasiado ocupados y no tenemos tiempo para escuchar lo que oímos. La modaactual es cantar y editar un CD y al mismo tiempo la música se va transformando en un negocio. Y ya sabes que cuando el arte se convierte en negocio pierde su principal motivación.
M: A pesar de que como compositor sabes adaptarte a todos los formatos y en Mountain Flying te escuchamos desde diferentes perspectivas instrumentales y composicionales, está claro que el formato sinfónico orquestal, ya sea de modo protagonista o colateralmente como medio arreglista, es tu preferido.
J.D.: Me gusta la orquesta sinfónica porque atesora todas las texturas posibles y puedes expresar cualquier sentimiento recurriendo a sus diferentes y equilibradas tímbricas. Me gusta la electrónica, pero no quiero que guíe mi trabajo. En principio seguiré componiendo para orquesta y combinándola con otros elementos. Me interesa concentrarme en la compoción para el cine y adaptarme a la industria europea y americana, aunque tengo piezas musicales en mi cabeza que no están pensadas para el cine.
M: Hungría se nos ha revelado siempre como un país de gran calidad musical. La actual escena progresiva y de nueva música es impresionante (Hortobágyi, After Crying, Solaris...), por no citar la escena folk...
J.D.: No he tenido mucho tiempo para experimentar con estos artistas ni para estar al tanto, pero pienso que muchos de los proyectos progresivos actuales se tienen por más de lo que son. Yo trabajo con mi propio equipo, pero a veces necesito un cantante o instrumentista. Una vez le pregunté a uno de ellos que tocara el sitar en uno de mis temas y me dijo que él era demasiado bueno como para eso y que nadie más en el país lo tocaba como él. Ni siquiera me preguntó qué música estaba componiendo (era Mountain Flying...). Por supuesto, después me encargué de hacerle saber que era un proyecto internacional con 160 músicos, pero ya era demasiado tarde para él... El grupo que más respeto es After Crying, no van diciendo por ahí lo buenos que son, sólo son buenos. Para decirte la verdad, no me gusta la palabra “progresivo” porque la gente piensa a menudo que es música compuesta para 1.000 oyentes.
M: Háblanos de la colaboración de Márta Sebéstyen y Peter Pejtsik en tu disco.
J.D.: Es la gente con la que más me gusta trabajar. Son muy abiertos y respetan mis decisiones. La voz de Márta representa, desde mi punto de vista, a Hungría. Es inimitable. Cuando trabajé con ella en Connecting Images, supe que tenía que estar en Mountain Flying. Es una estrella del mundo de la música y una absoluta profesional.
Peter es un tipo muy majo que me ayudó a crear las partituras. Como mi orquestador estuvo presente en las sesiones de grabación y tocó el cello en el disco. Hemos colaborado también en un proyecto para radio sobre la guerra de los Balcanes. Peter tocó el cello, Balazs Winkler y Monika Szabo (ambos de After Crying) tocaron trompeta y flauta.
M: Hablemos del futuro.
J.D.: Estoy trabajando en mi primer CD recopilatorio. Contendrá piezas nunca antes publicadas de mis bandas sonoras para “Black Strawberries” y “Thend”. Mientras tanto, estoy componiendo para dos series de televisión, un documental y pensando en otro álbum conceptual.
M: Gracias, Julius, nos vemos en las montañas. Añade lo que quieras.
J.D.: Tan solo que mi web está casi lista en www.juliusdobos.com, allí podréis estar al tanto de mis proyectos y descargar extractos musicales. Gracias por las magníficas preguntas.
Rafa Dorado
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